Sin el manto azul sobre tus hombros
nombrando recuerdos, dulces por el vino
y mirando dentro, encuentres por doquier
las buenas maneras, muertas en la cena,
y despiadada, esa tu cuarta voz, resigna claveles
para diámetros de faltas en vela,
un dato más a tu dado, el amor muere dos veces
en las noches, cuando callan los sonetos.
Uno de estos versos, morados y sanguinolentos,
se asemejan a ceceos de muerte, otros son
silbidos del pasado que dibujan las mañanas
con tintes crudos de arrinconado engaño;
todo lo que sangre y persigne anhelos,
todo lo que ame y no sea tu nombre.
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