viernes, 14 de enero de 2011

Aprender de memoria tus gestos

Y es por que quiero aprender de memoria
tus gestos, cada pecado que aparentas.
Y es que quiero saborear las comas y los decesos,
recordar cuál tus poros exhalo el último verso.

Y al caminar querré alguna doncella sin votos,
para callar cuando me hable, y comprender
que su llanto no le viene en gana, ni las alas
rotas le impiden llevarme lejos donde estos versos

le duelan menos y perezcan por otros
veintitanto por ciento más tiernos,
con alguna roja fresa en la boca
y el pecado alivio, olvidado y nuestro.

Llevarte a caminar y jamás el viento
destruya tus palabras, ni permitirle al fuego
devore tus sonrisas, pues el único
calor lo dictará mi voz, en un atardecer.

Y es que ya no importa lo profundo,
el calor del fuego incendiario en tus rincones,
ni ese color acre de tus deseos,
hoy me importa cómo tu imagen crea melodías,

como has derrotado cantos de odio
y sustituyes puñales por lanzas,
para defender nuestro espacio,
para convencerte que nunca dejo de serlo.

Y es para amarte como dejando de ser,
y verte en cada esquina con la esperanza
en el reloj, tu dado oscuro, oculto tras
tus fragancias, por las que te quiero un poco más.

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