domingo, 29 de enero de 2012

Respuesta sin pregunta

Ella es aquella línea del poema
jamás escrito.


Cuando sonríe, cuándo sonríe,
donde los gusanos lleven
la posta y envenenen cada arista,
cuando partimos sin alas
y navegamos en la luz,
sólo para naufragar aquí y ahora.

Cuánto y dónde, aunque te haya
versado en mejores tiernos,
en asmáticos poemas de lluvia,
en algún sonido metálico,
cuando hayas vuelto nunca.

Cuándo eres tú y cualquiera
que se acueste después de dormir
y piense en las vocales y en las tildes,
pero no en el párrafo perverso,
pienso en el siento por ciento.

Por qué es la causa invernal
de mis palabras,
cómo es un algoritmo blando,
cuánto es el mismo tango siendo
tuyo y de nadie,
cuándo eres tú, casi nunca.

Tiempo

Hora del rencor alegre,
hora de olvidar el tierno
lamento y poner las manos
en el agua por alguien.

Quizás el color de tu piel,
aquella sonrisa y el rubor,
tal vez ningún centímetro,
hayan muerto de vivir aquí.

Es tiempo de partir,
de quebrar relojes y dudas,
de inventar rencores nuevos.

Hora de dorar las palabras,
la medida universal del siento
es quizás ningún poema.

sábado, 28 de enero de 2012

Punto aparte

Punto aparte, irreconocible
y sincero, angustiado por el tiempo,
deduce todo aquello y desdice
casi siempre los finales.

Punto y equis, dicen poco,
invierno y cardo pos-duda,
reloj de arena analógico,
casi nunca fiero, casi nada.

No obedece a reglas ni relojes,
ni a la línea perversa,
no recoge venas ni vientos.

Punto aparte y cruel,
digamos cómo y jamás
en algún párrafo diverso.

sábado, 14 de enero de 2012

No comprendo cómo

No comprendo cómo ni cuánto,
ni tango en tu nombre,
no recuerdo tus dedos.

No comprendo cómo y desvarío
en pleno renglón suicida,
y sin embargo es tanto.

Es tanto, demasiado, muy poco,
despertar y recordar,
soñar y desdeñar, última noción.

No comprendo cuándo ni dónde,
ni caricia perversa sobre la herida,
no tengo recuerdos quincenales.

No comprendo poemas ni sueños,
ni tengo velas lilas,
no escribo al ritmo del vino.

No comprendo cómo ni cuánto,
ni tu nombre sobre mis labios,
pero renuncio a olvidarte.

domingo, 8 de enero de 2012

Navegamos

Navegamos con el naufragio
a nuestro favor,
navegamos con el fracaso
en nuestra brújula,
navegamos con una sonrisa
a estribor.

Para naufragar no es necesario
navegar,
para caer no es necesario
haberse levantado,
para pecar no es necesario
navegar.

Navegamos con el naufragio
a nuestro favor y es nuestro.

Poema huno

Ven, quédate un dato más,
imagina la ruta del placer
sobre tu cuello,
imagina un byte sobre tu espalda,
ven y ahuyenta spam.

Sueña con ceros vírgenes,
imagina los hunos seguidores y piel,
invagina todos mis recuerdos,
sal de aquí, quédate ahora.

No todo poema es jazz,
aunque lo fuere un segundo,
no te quiero,
lo digo y enveneno mi boca,
y crecen tantos caracteres
como suicidas en el mundo.

Sueña conmigo, al menos una voz
partida, algún sesudo en vela
destruye las cuerdas y tú,
rendida sobre tanto cero ficticio,
inventas una nueva cadena.

Te amo

Te amo, pero los gusanos
olvidaron tu nombre,
te llamo, pero mi lengua
dejó de pronunciarte.

Te amo, pero el viento
dibuja tu sombra,
te amo, pero sólo
en cielos paralelos.

Te llamo para
tocar tu voz
y leer tu sonrisa.

Te luego quiero,
pero te siempre amo,
para quererte así.

domingo, 1 de enero de 2012

Una severa dicción a las palabras

Tengo una severa dicción a las palabras,
tengo resaca de adverbios y sílabas nostalgias,
a veces tengo recaídas y vuelvo a ser de nadie,
tengo una severa dicción a tus palabras.

Juego y sueño en el mismo instante
contigo un sueño aparte,
dudo y juego sueños baratos y distantes,
contigo un adjetivo sonríe.

Tengo tus dedos sobre la herida,
forman parte de la nada,
tengo tus dudas en la certeza de amarte.

Juego y sueño con tus dudas,
juego a no olvidarte siempre,
y pierdo a veces y nunca también.

En un abril y cerrar de otoños

Se me quiebra tu voz al escribirte.

Ella no ha leído mis tildes
ni mis puntos comatosos
sin embargo somete mis signos
de interrogación con su mirada.

Ella se fue de mi vida
en un abril y cerrar de otoños,
ella llueve instantes de soledad,
ella humedece mis dedos cuando no está,
ella llueve bajo la lluvia misma.

Ella viene con un verso prefabricado
entre sus piernas, un verso que aprendimos
a olvidar para recitarlo de memoria,
un verso dolido y sonrisa nada menos,
nada más que una porción de fuegos.