Dices de un par de lobos,
de un rencor
sin paredes, de tu risa sin
labios, dices me entregue
y crees en treguas.
Y todo lo que hago me lleva,
me dicta,
me enciende el fuego
y desalma mi palabra
sin vino, sin roce,
sin ecos.
Emerge tu piel rosada,
tus labios libres,
en lánguidos landós,
en cruces amarillas
y en serpientes pasajeras.
De pie sobre las veredas,
me llevas a tocarte,
me invitas al miedo, al ruido con
algo de azúcar,
y tus pasos de diosa joven,
creyendo en la hoguera.
Y todo lo que hago
escribe acerca de ti,
y toda forma perversa
que me nace,
la vida fugaz,
la risa con un fondo de neo nato llanto.
Y todo lo que escribo,
todo menos tus palabras
esas que aprendieron amar
esas que a veces poseen alma,
todo lo que hago,
escribe y ronca
por ti.
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