¿Hay acaso
felices desencuentros,
existen nuestros
cruentos juguetes
como huestes?
¿hay acaso algún beso
que enamore a la muerte?
Pues hay más orden
en el dios profano
que en tus dedos
Pues pediste mediante
miradas y angustias
que nunca más te escriba,
que te olvide en un verso
Y que devore el fuego
las cartas de dolor entre palabras,
las caricias al arrullo de la luna
Cuando leas
versos para que te sientas sola
y la sola presencia del
tiempo te aterra
Te escabullas de su luto
y aun así vayas de negro
en un sueño
y no encuentres algún beso
que enamore a la muerte
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