Versos romanos

I.

Existe en algún rincón
perfumado del olvido,
en las entrañas más finas del dolor,
entre cuerdas flojas mariposas,
ningún poema para ti.

Estoy seguro que hace poco
te tuve muy segura y viva,
y sonreías más de la cuenta,
gratis y sin tapujos primaverales.

Y no estás a la vuelta de la esquina
ni en mis aspectos distantes de querer,
nunca pude darte versos de Satán.

Hoy, gracias al viento, es lo único que escribo,
con los orgullos hechos de artrópodos
y tu mirada aquí y allá, distante.


II.

Me dijiste que vendrías,
con un mensaje sellaste
los colores.

Te fuiste sin partir,
jamás te has ido
las voces, el estudio
de tu cuello, distintos,

el color de tu pelo
en la almohada dicen
guerras.

Cardos y azucenas
dejas por los corredores,
las horas,

con un mensaje tuyo
y el olvido
quieto.

Intento olvidarte sin
seso ni siento
tus besos,

con el color de los cardos
huyo contigo, igual locura
no regresa.


III.

Quiero tu boca en las noches
y en el día, tu despiadada voz,
y la sed que me aqueja
la dejaré al vino y arrepentida.

Quiero verte en nuevas avenidas,
sin la gloria de tenerte perdida,
ni el orbe fingiendo no vernos,
lo dejaré todo a los oscuros celos.

Detrás de tu voz, entre tus piernas,
sin la imagen viva de tu frente,
se esconde algún susurro, algún sonido

detrás de tu feliz recuerdo, la sangre
de tus besos mana negra y sucia,
pero sueña con volver a verte.


IV.


Desde hace un mes que te regalo versos
verdaderos y sin sílabas terrestres,
y te miro y repto, te busco y me escondo
te devoro, con mis besos te delato.

Princesa buena y triste, recoge tus cosas
y vete otra vez que quiero volver a verte
sin los adioses ni el vestido roto,
adiós entonces, no te mezcles con la gente

que me sea imposible divisarte, a través
de muchos llantos, sin etiquetas detrás
de un par de cantos, que no sea la primera

vez que me abandones, ni tu sufrir sea el ultimo
que tu lágrima despierte como siempre
otros versos rojos, suicidas siempre tuyos