Cuéntame una historia para dormir tranquilo
que ella tenga muchos cuentos
que posea la fiebre de la mentira, el verso,
la dicha de un amor con ángeles
y que no sea tan nefando como este poema
que suprime caricias matutinas,
y se contente con conocerte
de día o de noche,
pero que ahuyente el miedo
debajo de la cama
y aumente la ternura sobre el zapato.
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