Para ella, aunque desdiga
nuestros puentes y no haya
aprendido a soñar despierta.
Te he soñado con aroma de muerte,
con el veneno recién escrito,
abajo tu lengua, arriba los días
y el silencio, las noches apenas
oscurecen el deseo y mueren.
Sueño con despertarte de alguno
de tus sueños, de aquellos
que hemos inventado y te duermes
para olvidar, sin mirarme.
Te sueño cada tanto y mucho,
cada viernes y cada vez
con menos versos,
te sueño en algún otro sueño
verde y moreno, con tus besos
tiernos, te sueño y te escribo
en un mismo verso nacido en sueños.
Te he soñado tan hermosa
que pude haberte soñado mía,
tan buena que los versos brotaban
de tus labios con besos y escenas
de olvido marchitándose deicidas.
Te sueño desde aquél sueño
que muero para renacer contigo.
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