Tal vez demuestres
tus manos vacías,
tal vez en estos días
me quieras querer.
Tales lágrimas no
te hacen dueña del dolor,
ni a mi culpable,
ni a tus ojos mártires,
pero sin saber cómo
te hacen más hermosa
y no comprendo qué ecuación
opera entre tus párpados
y el cristal ausente.
Y qué clase de dolor
confiere a tu rostro
una belleza inigualable,
Un dado de oro, para que
juguemos nuestro primer amor
y el carisma repentino,
para tus labios más dorados
el mismo libro sin páginas
le confiere perdones
tus bellos ojos
cuanto más rencor
más te pierdes
y más hermosa te recuerdo
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