jueves, 21 de abril de 2011

Déjame una palabra que no tenga ausencias

Déjame una palabra que no tenga ausencias,
que no lleve tu nombre, pero haya sido
creada con tu boca para repetirla noche
y noche y se lleve la angustia.

Un paraíso perdido con los ecos y que
tal vez te invente dioses suicidas,
pues los tuyos han muerto, nadie sabe
cómo esquivo tu atardecer contigo.

Déjame un verso bueno, una forma de pecar
sin remordimientos, este dolor morirá
algún día, decide cuándo y cómo.

Una escritura sobre tu piel que lleve
sangre y vino, que pueda beberla contigo
y al leerla seamos para siempre.

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